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El "acusmasser" en el cine

  • Sergio Fernández
  • 15 mar 2021
  • 3 Min. de lectura

Nuestro mes de marzo hemos querido dedicárselo al sonido cinematográfico, ese gran olvidado en el terreno del análisis fílmico. Normalmente, cuando vemos una película, remarcamos un buen trabajo realizado por el equipo de fotografía, o de guion, o de dirección, pero casi nunca escuchamos "qué buen diseño de sonido tiene esta película". Y no más lejos de la realidad, el sonido es crucial en una obra audiovisual. Me atrevería a afirmar que es incluso más importante que lo visual. ¿Por qué? Para entender esta propuesta es necesario que nos pongamos en contexto.


Para ello retrocederemos unos cuantos años, a cuando los discípulos de Pitágoras recibían lecciones sin verlas, simplemente escuchándolas. El maestro solía ocultarse tras una sábana o un muro y recitaba las clases. De este modo, se deslindaban las distracciones visuales y los prejuicios del verdadero conocimiento. Una figura imprescindible para la comprensión del sonido en este ámbito de estudio es Michel Chion, quien teorizó acerca del acontecimiento sonoro en una película. Propone el término "sonido acusmático" o "acusmasser", definido como "aquello que se oye sin ver la causa del sonido, su emisor". Se pueden dar en este caso dos posibilidades: que veamos al emisor del sonido y después se acusmatice, o que primero acusmaticemos un sonido y posteriormente lo visualicemos. Y es que es aquí, en la clara comprensión de estos dos caminos, donde encontramos gran parte de las claves que definen los género cinematográficos en sí mismos.


El espectro auditivo que las pistas de sonidos conforman en una película serán decisivos a la hora de hacer al espectador partícipe de su forma. De este modo, las teorías hitchcockianas que refuerzan ocultar al espectador parte de información de la trama para crear el suspense entran totalmente en juego con las teorías de Chion. Un ejemplo de ello es que en una película de suspense, escuchemos unos pasos pero no sepamos de quién son. Por instinto, al espectador le produciremos una sensación de alerta ante lo desconocido, ya que le supone una amenaza. Y, yendo un poco más allá, existe una diferencia en cuanto a la naturaleza del espacio visual y el espacio sonoro.


Cuando nosotros vamos al cine, el sistema de sonido consta de una serie de altavoces colocados a lo largo y ancho de la sala de cine. Rodean a los espectadores, dotando a cada uno de los altavoces de una serie de sonidos determinados, que son las llamadas pistas de sonido. Por tanto, hablamos de un sonido que envuelve a los espectadores, ese "sonido envolvente" que está instaurado en la mayoría de salas de cine que existen. Esta cualidad técnica de las salas cinematográficas hacen que el espectador aprecie sonidos desde distinta procedencia, lo cual dota a una película de un mayor realismo. Hace que el espectador se sienta dentro del filme, se sienta "envuelto" por el sonido. En cambio, la película es proyectada en una pantalla rectangular, que tiene marcos, y que solo nos mostrará un espacio muy reducido de la realidad fílmica. De hecho, generalmente es subjetivizado a la mirada del protagonista y, por ende, excluye parte de la predisposición emocional del espectador. Es por ello que si nosotros vemos una película únicamente en imágenes, nos quedamos totalmente fuera de la experiencia cinematográfica. Podríamos afirmar que el sonido hace funcionar el fuera de campo de la pantalla, y reitera el dentro de campo.


Y es justamente en este punto donde encontramos la respuesta a la pregunta lanzada al principio de esta reflexión. ¿Por qué el sonido es incluso más importante que la imagen en una película? Debido a su concepción "portadora" de realismo en una película. Podemos describir muchas más cosas de una historia mediante el uso de los sonidos que mediante el uso de las imágenes. Y con ello no quiero desvalorar a una en detrimento de la otra. Una película es una obra audiovisual, y juzgaremos su calidad dependiendo de cómo se hayan conjugado ambos factores.

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