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Alienación, represión y enfermedad en "Eraserhead", de David Lynch

  • Pablo Ortega
  • 6 abr 2021
  • 7 Min. de lectura

In Heaven, everything is fine… En una Industrializada Sociedad, dedescomposición de Humanas Emociones, y de continuas fracturas del sujeto consigo mismo, tal es la pronunciada cita por uno de los más inquietantes personajes de la filmografía de Lynch, cuya incorporación emana un intrínseco carácter de materialización de la figura materna en una conflictividad y en una problemática del sujeto con su interior y su exterior. La incipiente industrialización ocasiona su alienación y la configuración, como consecuencia de ello, de una materialización de su enfermiza generación heredera. El Surrealismo impregnado a la cinta de Lynch es una concisa demostración de la pervivencia de los conflictos en una onírica distopía no plenamente alejada de nuestra contemporaneidad, tal como resulta concebida. Ante una Incipiente Industrialización, y por ello, una continua fracturación de las Emociones del Individuo, el Desconcierto y la Pesadilla se apoderan de una Realidad, aspirada a su conversión en un paisaje propio de una pesadilla, de una espantosa fantasía de una retorcida mente. En una obra en la que lo visual adquiere la condición de materialización de dichos espantos de la mente humana, el ámbito sonoro incorpora una constante incidencia en la sociedad que sumerge al espectador, propia de su misma realidad, aunque en su tergiversación ante su condición onírica, aunque de la que nos hallamos incapaces de abandonar, pues ambos mundos colisionan, impactan sobre sí, hasta adquirir una condición próxima a una realidad surrealista.


La obra se presenta mediante una diferenciadora estructura que marca los continuos condicionamientos, los espantos y deseos de un alienado sujeto que podría corresponder con cualquier individuo de nuestra realidad, más allá de la pesadilla ofrecida por Lynch, que resulta de una colisión entre ambos mundos: Nuestra Realidad y la Pesadilla de su autor, en una ejecución magistral del mundo onírico a partir de los conceptos alegóricos más escabrosos. En su introducción, se nos presenta, alegóricamente, en un procedimiento de simbiosis del sujeto con el universo interno, en un espacio y tiempo indefinidos, una fecundación humana, en la que un enfermo espermatozoide, a consecuencia de la alienante sociedad que se presente, consigue impregnar el óvulo tras la salida del interior de Henry Spencer. Pese a ello, y al sumergido individuo sobre sí mismo, percibimos una atmosférica sensación onírica, un metálico sonido que asumirá al filme en una ambientación industrial, mecanizada, en la que el sujeto yace al servicio de una entidad superior, el empresario, y su recambio es asociado al concepto de la cabeza borradora, que da origen al título y a la premisa del film.

Iniciado tal sonido en el proceso de procreación, será tal sonido el condicionador de los eventos posteriores, pues su carácter enfermizo e impregnado de alienación, ocasiona el nacimiento de una aberración, una criatura que, en parte, representación del conflicto intergeneracional ante su enfermo nacimiento, y por otra, de los impulsos de su personaje, subyace una abstracción de tales temas sobre sí.


Como indicamos, la siderurgia será un elemento continuador en el filme, percibido en el paisaje inicial, contextualizador de la pesadilla lynchiana, así como la incorporación en su vertiente sonora, como en los eventos fílmicos posteriores, como la presencia de una criatura femenina, Lady in the Radiator, y que cita la frase con la que iniciamos este análisis, en un radiador, elemento plenamente industrial, así como en la recomposición de un fracturado y despiezado Henry Spencer, nuestro protagonista, en un procedimiento industrial ante su comparativa con el elemento que comporta el lápiz y su cabeza borradora. De esta misma manera, el llanto de la desconsolada criatura, producto de una enfermedad de su progenitor y de una continua locura heredada de una disfuncional familia por parte de su progenitora, es una ejecución aún más certeza de la represión de Henry sobre sí mismo, cuya materialización de dicha represión genera una enfermedad sobre la propia aberración. Spencer parece mantener cierto e infantil comportamiento, producto de una represión en sí misma y del surrealismo ante la opresión de sus emociones en su inconsciente.

De esta misma manera, percibimos a la entidad sobrenatural, descendiente de Henry Spencer y Mary, como producto de la interiorización de Henry. Es su propia exteriorización del interior, cuya emergencia hacia la superficie ocasiona tanto perjuicio sobre su pareja. El llanto de la bestia es cada vez más ensordecedor, ocasionando la perdición de Henry sobre sí ante la manifestación de su enfermedad, cuya presencia ocasiona su propia destrucción. De esta misma manera, y completando las anteriores argumentaciones, la Alienante Enfermedad posee su materialización en el espacio donde la fecundación se produce, produciendo la Aberrante Criatura que conocemos ante una activación del mecanismo de dicha Enfermedad, en un espacio aparentemente abandonado y solo invadido por su figura, de fracturados cristales. Tal pronunciación se produce a partir de una Enfermiza Criatura repleta de pústulas y otros elementos sobre su cuerpo, representante del proceso de automatización del individuo ante su estado de Alienación, quien activa una palanca para arrojar el espermatozoide sobre el óvulo, éste último representado como si de un planeta se tratase, lo cual ensalza aún más el carácter interno y de pesadilla del espacio.


El pasaje fílmico, establecido por Lady in the Radiator, resulta, una vez más, una condensación del Interior del Individuo, hallado entre las fronteras de la Vida y la Muerte a partir de la condensación del monótono tema: In Heaven, cuya continuidad lírica cita: In Heaven, Everything is Fine… o: En el Cielo, todo está bien (Entiéndase desde una óptica de salud y estabilidad). Su representación es ambigua ante la función ejecutada a ojos de Henry, pues en su espectáculo, una lluvia de enfermos y fallecidos espermatozoides descienden hasta la superficie del escenario, incidiendo en la idea de enfermedad, miseria y muerte ante un estado alienante y un sujeto reprimido ante su contextualización social e individual. La Familia de Mary, referida a dicho contexto del sujeto, es una satírica representación de los familiares valores enaltecidos, en un continuo propósito, a partir de la secuencia de la cena, de la consecución de la exitosa procreación entre Henry y Mary, lo cual consigue oprimir, aún más, al personaje. Aunque, como consecuencia de tal manifestación de su exterior, asociamos a la familia de Mary como elementos o fragmentos de un extenso mosaico que comporta Henry. Forman parte de sí. El relato que Lynch presenta es la materialización de una represión de las internas emociones de un sujeto en una descivilización ante una Deshumanización como consecuencia de la Industrialización y Mecanización del Mismo, intensificando la pervivencia de una Enfermedad sobre sí: La Alienación. Tales conceptos mantienen una estrecha interrelación, en lo audiovisual, en la precisa combinación de imagen y sonoridad, para la construcción de un relato articulado en torno a al mundo pesadillesco y propio del Surrealismo, cuya estructura psicoanalítica permite la extrapolación de sus ideas. Por ello, la propia criatura es una representación de la opresión de Henry sobre sí, y que el mismo entorno ejecuta para su proceso de alienación.


La evidenciación de este criterio se halla en un nuevo procedimiento de ensoñación de Henry, en la que, en su dialéctica y en la presencialidad del surrealista espectáculo ofrecido por The Lady in The Radiator, su cabeza es arrebatada de su cuerpo, visionándose, en su interior, a la Aberración, controladora de su Interior, aunque manifestada bajo una distinta apariencia. Es, así, una alegoría de la máscara que portamos y, en cuyo exterior, reflejamos un ser diverso al que aguardamos en nuestro interior, una extraordinaria alegoría en consonancia a la industrialización, la alienación y al comportamiento humano. De esta misma manera, en el diseño del descendiente de Henry Spencer y Mary, distinguimos en él una perturbadora apariencia constituida de una cabeza proveniente de un animal, semejante a un caballo, aunque careciente de corporeidad, de un cuerpo sobre el que sostenerse, en el que tan sólo mantiene su interna estructura orgánica a causa de las ataduras. Dicha presencia física es una nueva materialización del procedimiento de represión del sujeto, de las ataduras que someten al individuo a su sádica realidad, convertida en pesadilla. El Enfrentamiento Final entre Henry Spencer contra sí mismo, contra su Aberración Interna, se consolida en la destrucción de sus mantenimientos de opresión, de las ataduras que lo sostienen a la pesadilla, aunque ésta adquiere una presencia colosal o grotesca. Todo el relato supone una interiorización, un viaje hacia la introspección humana e individual, que finaliza en confrontación interna tras el autoanálisis y el autoconocimiento, ensalzada a partir de un formato visual de blanco y negro, aún más opresora.



Eraserhead comporta una de las obras maestras del cineasta norteamericano, adquiriendo su condición de firme representante del movimiento surrealista en su contemporaneidad y en su ámbito. Posteriores filmes, como Blue Velvet (Lynch, 1986) retomarán la herramienta del psicoanálisis, empleada en el desarrollo de esta lectura fílmica, en la construcción de la psique de sus personajes, desarrollando una introspección y un mundo onírico de alto estilo y de interesante referencialidad a la realidad de la que provenimos. Eraserhead es una representación de la Alienación, la Represión y la Enfermedad que conduce nuestro Fracaso hasta consentir nuestra Perdición en el Interior, consolidando una Criatura Aberrante cuya influencia externa es aún más peligrosa y perjudicial, por lo que tan sólo nuestro autoconocimiento y nuestro análisis individual nos consentirá la victoria sobre nosotros mismos. Las apariencias contribuyen a la creación de una figura aún más escalofriante, que acecha desde la Intimidad, la Privacidad, y que no consiente el Progreso. Supone, así, una lectura intergeneracional ante la consolidación de tal Enfermedad, a consecuencia de la Alienación que contamina a nuestros Ascendientes, y, posteriormente, contagia su estirpe, de sencilla recomposición industrial al concebirse como una materia única, cuya Mente es sencillamente alterable y manipulable. Esta es una lectura menos deliciosa, aunque aplicable, pues las generaciones futuras quedan impregnadas, de una extraña Enfermedad, ante el Contagio de sus Predecesores ante su Opresión, lo cual es un resultado del primer y más conciso análisis que hemos planteado.

En un Mundo de Pesadilla, en una Realidad aspirada a subyacer en el Sueño, la Enfermedad contagia El Interior, materializando una Abstracción Surrealista y Monstruosa de nuestro Interno Ser. In Heaven… Everything is Fine...




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